¿Qué emociones siente un alumno ante un examen, ante una asignatura, ante el reto de su educación? ¿Miedo? ¿Puede sentir tristeza? ¿Y por qué no podría sentir, por ejemplo, admiración, sorpresa o curiosidad? Las emociones, como en todos los aspectos de la vida, también se dan en la escuela. Pero, posiblemente sea aquí donde adquieren mayor importancia. El alumno vive la vida a flor de piel, las emociones le invaden y le influyen de una manera determinante. Así que poder gestionarlas, controlarlas, invertirlas en su caso, puede ayudar, y mucho, a la educación, al futuro de los chavales. En definitiva, se hace imprescindible fomentar desde la escuela las emociones agradables en lugar de las desagradables.
Ante este escenario, Begoñazpi Ikastola se ha marcado un reto de calado: Sigue leyendo