El aprendizaje basado en proyectos se ha convertido en una herramienta educativa indispensable en numerosos colegios e ikastolas en los últimos años. La cultura del pensamiento, hacer reflexionar al alumno, es la base para llevar a cabo esta estrategia educativa. ¿Cómo desarrollar los proyectos? Lo explicamos en seis pasos.
El modelo es radicalmente opuesto al que había imperado en la educación durante las últimas décadas, y, pasados unos años desde su implantación, se ha demostrado la eficacia de esta metodología educativa, acompañada, eso sí, de otras técnicas o herramientas no menos imprescindibles.
El trabajo en clase por medio de proyectos elude el aprendizaje de las materias o asignaturas de una manera lineal, de arriba hacia abajo o a través del curso. En su lugar, tópicos o temáticas generales engloban un conjunto de conocimientos que se irán introduciendo de forma paulatina en el aprendizaje constante de los alumnos. Es decir, un proyecto inicial deberá abarcar las diferentes cuestiones –asignaturas, materias- a introducir en la educación de los alumnos.
¿Por qué? Hay muchas razones que ya han demostrado que el aprendizaje basado en proyectos es más eficaz y dota a los alumnos, también, de un pensamiento crítico y los hace más reflexivos. Quizás, la primera de las razones radica en la satisfacción, en la motivación del alumno a la hora de hacer frente a ese aprendizaje. El alumno se siente protagonista, ya que va a ser él quien tome las riendas de lo que va aprendiendo.
De hecho, el aprendizaje basado en proyectos (simplificado ABP o project-based learning, PBL) no tendría sentido si no se sientan las bases en torno a los alumnos. No se trata, por tanto, de poner los objetivos en torno a los contenidos a desarrollar dentro de los proyectos, -tal y como se ha hecho en muchos lugares- sino en las competencias, habilidades o tipos de pensamiento que deberán trabajar los alumnos. La comprensión es el punto de partida.
Es la manera de entender el aprendizaje basado en proyectos de Begoñazpi Ikastola, que parte del enfoque educativo ‘Enseñanza para la comprensión’, desarrollado en la Universidad de Harvard, para dar sentido a esta manera de entender la educación. Es decir, esta filosofía basada en proyectos va más allá de una simple metodología o estructura educativa. Así, tal y como lo definen expertos como Juanjo Bergara, el ABP “es lo contrario a la asunción de un modelo cerrado. Es una estrategia que invita a reflexionar”.
El aprendizaje basado en proyectos de Begoñazpi Ikastola parte del enfoque educativo ‘Enseñanza para la comprensión’, desarrollado en la Universidad de Harvard, para dar sentido a esta manera de entender la educación.
¿Cómo desarrollar el trabajo por proyectos?
1.- Trabajo previo.
El proyecto nace de un trabajo previo en el que un equipo de profesores –los tutores del ciclo educativo y tantos como abarque las materias a desarrollar- planteará las metas del tópico. Y no solo serán los contenidos que marque el currículo educativo. Habrá que introducir, pues, ejes, cuestiones, herramientas que provoquen la reflexión de los alumnos, la comprensión de las materias, los propios conocimientos, la creatividad… y las herramientas que se pueden usar para llevar a cabo los objetivos. Pensamiento, comprensión y competencias, en resumen.
2.- Las preguntas clave.
El trabajo del equipo docente en torno a los objetivos globales parte de preguntas como ‘‘qué es lo queremos que comprendan sobre ese tema’, “cómo lo van comprender” y sobre todo, “para qué queremos que lo comprendan”.
Vayamos con los ejemplos. Toca estudiar Europa, como marca el currículo del Gobierno vasco. El proyecto se alargará durante un trimestre y abarcará ‘Conocimiento del medio, lengua castellana y euskera’, principalmente. ¿Qué deben saber los alumnos; tan solo, dónde están los países y sus capitales? De manera previa, los docentes marcan la prioridad: “Queríamos que entendiesen que había una Europa geográfica y una Unión Europea y de ahí van saliendo otras preguntas como qué aporta ser parte de una comunidad, por qué unos están dentro del euro y otros no…”, apunta Sergio Fernández, responsable de Begoñazpi Ikastola y colaborador del Project Zero de la Universidad de Harvard.
Claro, para hacerse las preguntas oportunas, señala Fernández, habrá que ponerse en el lugar del alumno, por difícil que parezca. Llegados a este punto, qué les interesa y qué deben saber parecen dos cuestiones básicas. Pero habrá que reaccionar cuando –como en el caso de los alumnos de 12 años de Begoñazpi Ikastola- preguntan si Rusia es Europa o no, cuál su límite; o quiénes son los ‘hombres de negro’, tal y como lo han oído en la televisión.
3.- Desempeño.
El desempeño del proyecto pasa por poner en marcha el trabajo en el aula. Pero el desempeño, a diferencia de la actividad escolar pura y dura, conlleva pensamiento; es decir, provoca a los alumnos para que comiencen a pensar y a comprender y no solo a actuar. Es la labor de investigación, en la que la que el alumno empieza a resolver sus dudas y en la que el docente desempeña la labor de guía, para instalarles a reflexionar a cada paso.
Y para ello, hay que lograr que el alumno despierte, “que vean la necesidad de darle solución a algo que no saben”, explica Fernández. El proyecto Europa comienza -siguiendo el mismo ejemplo- con una simple imagen de la loba Luperca, Rómulo y Remo. La fundación de Roma empieza a despertar la curiosidad en la clase. ¿Qué ven, qué interpretan, qué quieren saber? Empieza a fluir la reflexión y la comprensión.
Todo ello pasará a preguntas más complejas: ¿Por qué es positivo vivir en comunidad; qué nos aporta, por qué Europa se unió; qué países la formaron; por qué Gran Bretaña se ha ido; cómo nos condiciona la parte geográfica y el clima; qué culturas tienen, por qué son tan diferentes?
A partir de aquí, unido a la investigación y a la búsqueda de respuestas, será el momento en el que se van introduciendo todas las herramientas que complementarán el aprendizaje basado en proyectos: el trabajo cooperativo, las rutinas y destrezas del pensamiento mapas mentales (Visible Thinking), diferentes estructuras de pensamiento, las inteligencias múltiples, la tecnología educativa… Tantas como sea necesario para profundizar en los objetivos y durante el tiempo que se alargue el proyecto.
“No hay que olvidar que muchas veces un proyecto puede absorber contenidos de otras áreas en su interior”, apunta el docente. Será, pues, en este momento, cuando también haya que incorporar otros conceptos en función del proyecto –historia, geografía, naturaleza, lenguaje, matemáticas…– explicarlos, en su caso, y darle una utilidad en el proyecto para que pueda quedar patente la utilidad, es decir, dar respuesta a la pregunta que se hacía en un principio: ¿para qué queremos comprender esto?
“Cuando llega este momento, tenemos buena parte de la partida ganada. El alumno necesita saber y quiere respuestas porque ya sabe para qué tendrá que utilizar esos conocimientos. Por ejemplo, al estudiar el clima europeo, cuando el alumno se ha preguntado por el cambio climático, se puede trabajar la estadística y todo lo que conlleva para conocer la evolución de las temperaturas o la pluviometría por medio de un climograma”, pone como ejemplo el profesor.
«El alumno necesita saber y quiere respuestas porque ya sabe para qué tendrá que utilizar esos conocimientos», apunta Sergio Fernández, docente de Begoñazpi y colaborador del Project Zero de Harvard
4.- Las dudas se van transformando en comprensión.
Poco a poco, el alumno es consciente de que comprende lo que está aprendiendo. Y lo plasma. Cuando la comprensión fluye, se introducen otras herramientas, como la creatividad artística en el caso del proyecto Europa. “Diseñar y crear todo lo necesario para llevar a cabo el proyecto final (stands, vestimenta, gastronomía…) es la manera artística de que van comprendiendo los conceptos”, ilustra Fernández. Los alumnos están dando las pinceladas finales a todo un proyecto. Es el momento en el que el profesorado constata que los alumnos han reflexionado, han comprendido y mantienen las ganas de aprender. En ese momento, solo falta preparar el proyecto final, plasmar lo que han aprendido.
5.- El proyecto final.
Darle forma a esta parte es una de las soluciones para contrastar el aprendizaje, una exposición final en el que los alumnos deberán demostrar lo aprendido y, además, saber presentarlo. Este proyecto, señala Fernández, es fundamental, además, para fomentar la motivación.
El proyecto Europa, por ejemplo, se transformó en una feria, Expovaciones, de modo que los alumnos tuvieron que presentar los diferentes países y dar respuesta a todas las preguntas que se han hecho y han indagado durante el trimestre. Cultura, historia, geografía, situación política… Trabajado por equipos, los alumnos también plasman su creatividad y su exposición. Su libertad a la hora de trabajar todo ello muestra su comprensión.
6.- Evaluación.
El principal sistema de evaluación radica en diversos protocolos de observación, que darán a los profesores las herramientas para, finalmente, poner nota al alumno. Estas rúbricas de observación se podrán complementar con pruebas en las que se pidan dar soluciones. La evaluación, por tanto, se basa en un todo, en el conjunto del proyecto trabajado en el aula y tiene en cuenta no solo el esfuerzo general, si no el tesón de cada alumno, su comprensión… Tal y como constata Begoñazpi Ikastola, el resultado no puede ser mejor. “Los alumnos ya no dan nada por hecho. Introducen siempre diferentes argumentos y puntos de vista. Lo que muchos adultos hemos aprendido mucho más tarde”.
El aprendizaje basado en proyectos, la cultura del pensamiento, de hecho, ha dado un paso más. De Educación Primaria ya ha saltado a Secundaria.
Es un fantástica exposición muy bien ilustrada que recoge la nueva metodología , y que espero tenga las resultados esperados.